La Anorexia y Bulimia Nerviosa: Trastornos de la Conducta Alimentaria
Los trastornos de la conducta alimentaria, son alteraciones del funcionamiento mental que distorsionan hábitos fisiológicos, especialmente aquellos ligados a la alimentación y al gasto energético.
Los últimos estudios realizados coinciden en señalar, el aparente aumento del número de casos de trastornos alimentarios en los países desarrollados en los últimos 50 años. En España la tasa de prevalencia en población adolescente femenina (12- 21 años), es de 4,1-4,5%. Pero si consideramos también las formas más leves de dichos trastornos, la estimación se sitúa entre el 11 – 16%. Estos datos nos dan una idea de la magnitud del problema, vinculándose principalmente al sexo femenino y a la adolescencia (sólo entre el 5- 10% de los afectados son hombres).
Entre dichos trastornos destacan la anorexia y bulimia nerviosa, que se caracterizan por un miedo excesivo a engordar, aun cuando el peso de las personas que lo sufren sea normal o esté incluso muy por debajo de lo saludable.
Estos problemas representan una paradoja, ya que se dan en una sociedad de sobreabundancia, pero que al mismo tiempo rinde un excesivo culto al cuerpo e impone la delgadez como un ideal de éxito y belleza.
En las últimas décadas se ha adoptado la teoría de que la anorexia nerviosa y bulimia nerviosa son desordenes multifactoriales, es decir son el resultado de la interacción de tres tipos de factores: individuales, familiares y culturales.
La anorexia nerviosa es una enfermedad con un comportamiento alimentario premeditado y persistente, cuya finalidad es adelgazar, aun cuando su peso sea inferior al considerado normal para su edad y estatura. El ayuno autoimpuesto, puede llevar a estas personas a un importante estado de desnutrición, afectando al sistema endocrino, gastrointestinal, cardiovascular u óseo, y que puede resultar fatal en los casos más graves.
El inicio de la anorexia se sitúa frecuentemente entre los 13- 18 años, y sus primeros síntomas pueden parecer como una forma de autodisciplina. Algunos de los factores individuales que pueden predisponer a sufrir dicha enfermedad son: falta de autonomía, baja autoestima, tendencia al perfeccionismo, miedo a crecer, a madurar y a manejar la independencia que eso implica.
También hay que tener en cuenta factores familiares, como son: una escasa comunicación entre los miembros de la familia, incapacidad para la resolución de conflictos, sobreprotección de los padres e historias familiares que incluyen depresión.
Los factores sociales están muy influenciados por los medios de comunicación que fomentan la delgadez como ideal y requisito para el éxito.
En el caso de la bulimia nerviosa, el inicio suele darse algo más tarde, entre los 18 y 25 años. Se caracteriza, además de por el terror a engordar o subir de peso, por la falta de autocontrol en la alimentación. Como ocurre con la anorexia, no se puede aislar una única causa como desencadenante de la enfermedad, sino que son distintos factores los que pueden influir. Las mujeres bulímicas se caracterizan por ser personas dependientes, pasivas, inseguras, con problemas para expresar sus sentimientos, con miedo al rechazo y al fracaso, con gran dificultad de controlar sus impulsos y ligadas a trastornos depresivos.
Las personas afectadas por esta enfermedad realizan, de forma compulsiva, ingestas masivas de alimentos (atracones), seguidas de conductas compensatorias que pueden ser purgativas (provocándose el vómito o utilizando laxantes o diuréticos) y/o no purgativas (como es realizar ayuno o ejercicio intenso).
La autoinducción del vómito de forma continuada, causa trastornos fisiológicos graves en el aparato digestivo y el abuso de diuréticos y laxantes puede llegar a producir alteraciones metabólicas y cardiacas fatales.
El tratamiento de dichos trastornos de la conducta alimentaria debe ser realizado por un equipo que incluya un médico, un psicólogo, un psiquiatra y un nutricionista.
La finalidad del tratamiento es, además de tratar las complicaciones físicas de la enfermedad, proporcionar la educación nutricional para instaurar un comportamiento alimentario saludable y normalizar los aspectos psicológicos de la persona, incluyendo la actitud ante la alimentación y la aceptación del propio cuerpo, el estado de ánimo y la autoestima.
Paula Lang
Dra. C. Químicas
Experta en Nutrición y Dietética