Distintos estudios han confirmado que existe una estrecha relación entre el tipo de dieta actual y la aparición de una serie de enfermedades crónicas: cardiopatías coronarias, enfermedades cardiovasculares, diabetes, diversos tipos de cáncer, etc.

Esta sobrealimentación que se da principalmente en los países industrializados, se caracteriza por un consumo elevado de alimentos de origen animal, productos refinados y de alta densidad energética, por la presencia de gran cantidad de alimentos precocinados y al mismo tiempo, por un bajo consumo de alimentos integrales y de origen vegetal.

El elevado número de casos de cáncer de mama que se da hoy en día, hace que las investigaciones se centren en el estudio de distintos nutrientes que pueden actuar o bien como promotores, o como protectores de este tipo de cáncer.

Recomendaciones nutricionales para  la prevención del cáncer de mama:

  1. El primer paso a seguir será perder el exceso de kilos y tener como objetivo el peso saludable, ya que la obesidad se ha comprobado que se asocia con un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama. La obesidad y el sobrepeso vienen definidos por el índice de masa corporal (IMC), resultante de dividir el peso en kilos por la talla en metros al cuadrado. Un peso adecuado corresponde a un IMC entre 20 – 25 kg/m2.
  2. Se confirma la relación entre el consumo total de grasa en la dieta, los niveles de estrógeno y el desarrollo de cáncer de mama, aunque hay que hacer una diferenciación entre los distintos tipos de grasa.
    • Se consideran grasas saludables, las monoinsaturadas como el ácido oleico, presente en el aceite de oliva, de colza, el aguacate, el cacahuete… , y las grasas poliinsaturadas derivadas de la serie omega 3 (EPA y DHA), que son antiinflamatorias, anticoagulantes y controlan el crecimiento de las células tumorales. Una alta ingesta de omega 3 se ha relacionado con una menor probabilidad de padecer cáncer. Las encontramos en las semillas de lino, semillas de chia, en los vegetales verdes, las nueces, en la leche materna y el pescado azul (caballa, boquerón, sardina, salmón…).
      Sin embargo hay que tener cierta precaución con las grasa poliinsaturadas derivadas de la serie omega 6 de origen animal, ya que en exceso pueden producir inflamación y estimulación del crecimiento celular aumentando el riesgo de padecer cáncer de mama ( están presentes en las carnes rojas, huevos, productos lácteos, etc.)
    • Se consideran grasas no saludables las grasas saturadas, existiendo una correlación entre el consumo de éstas y la aparición de cáncer de distintos tipos (colón, páncreas, mama, etc.), que se encuentran en las grasas animales: lácteos, huevos y carnes. También están presentes en los aceites vegetales de coco y palma y en la manteca de cacao. Se recomienda tomar leche y carne de contenido bajo en grasa (pollo o pavo).
    • Las grasas trans, son aún más perjudiciales que las grasas saturadas. Éstas no existen en la naturaleza, se producen en la industria alimentaria de manera artificial a partir de los ácidos grasos omega 6. Las grasas trans son muy inflamatorias, de tal manera que se ha comprobado que las mujeres que consumen una alta tasa de estas grasas, tienen el doble de probabilidad de padecer cáncer de mama respecto a las mujeres que apenas las consumen. Se encuentran presentes en la bollería, margarinas, patatas fritas, aceites vegetales refinados, etc…
      Pero estas grasas trans también se forman cuando utilizamos métodos de cocinado incorrectos (frituras), habiéndose demostrado que los aceites vegetales utilizados para freír (girasol, oliva…) pueden formar estas grasas si la temperatura es muy alta (superior a 180ºC), o si se reutiliza 3 ó 4 veces.
  3. Se relaciona el consumo excesivo de proteínas de origen animal con el aumento del riesgo de desarrollar cáncer de mama. Los adultos necesitamos 0,6 g/ kg/ día de proteína, según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esto equivale a 42 g al día para una persona de 70 kg.
    El consumo de proteínas en España supera el 150% de dichas recomendaciones. Hay estudios que demuestran que una disminución del aporte proteínico, sobre todo de proteína animal, puede frenar la actividad tumoral y prevenir la aparición de cáncer. Por lo que se recomienda aumentar la ingesta de proteína de origen vegetal y disminuir la de origen animal.
  4. Los hidratos de carbono tienen que ser la fracción más abundante de nuestra dieta (60 -75%) según indicaciones de la OMS. Pero es importante tener en cuenta el índice glucémico (IG), que mide la capacidad que tiene un alimento para elevar la cantidad de glucosa (o azúcar) en sangre. Cuanta más glucosa se acumula en la corriente sanguínea, mayor será la cantidad de insulina producida.
    Esta hormona, que regula los niveles de azúcar en sangre, también actúa como un factor de crecimiento para el desarrollo del cáncer, relacionándose la hiperinsulinemia con el cáncer de mama.
    Los hidratos de carbono se clasifican dependiendo de su velocidad de absorción: de absorción muy rápida (zumos de fruta, miel, azúcar, melazas, etc. con un IG muy alto), de absorción rápida (pan blanco, harinas refinadas, arroz blanco, etc. con IG alto) y de absorción lenta (cereales integrales, legumbres, hortalizas, etc. con IG bajo).
    Son estos últimos los que se recomiendan consumir principalmente, aconsejándose disminuir los alimentos que aumentan la carga de glucosa (con IG alto).
  5. Una dieta con una alta ingesta de fibra (30gr/día), puede reducir el riesgo de padecer cáncer de mama. Los alimentos ricos en fibra son: frutas, verduras, cereales y legumbres. Se recomienda incluir en la dieta diaria entre 5 y 9 raciones de fruta y verdura.
    Las verduras del grupo de las crucíferas (col, repollo, brócoli, coles de Bruselas, lombarda, coliflor, rábano y nabo), contienen glucosinolatos con reconocidas propiedades anticáncer. Y tanto las frutas como las verduras contienen sustancias bioactivas antioxidantes que pueden tener efectos anticancerígenos.
  6. Se ha demostrado que la vitamina D tiene una alta capacidad de inhibición de la proliferación celular en células malignas, relacionándose la deficiencia de esta vitamina con el aumento de riesgo de padecer cáncer de mama. Hay que tener en cuenta que la dieta aporta muy poca cantidad de vitamina D.
    Los alimentos que se recomiendan son los pescados azules, pero nuestra piel puede producir esta vitamina al tomar el sol, para ello es necesario 20 minutos de exposición diaria (entre las 8 y las 11 de la mañana y entre las 6 y las 8 de la tarde), sin crema protectora en el 40% del cuerpo.
  7. El consumo de alcohol es el factor dietético más sólidamente relacionado con el cáncer de mama. Se ha demostrado que el alcohol daña la molécula de ADN, por lo que actúa como agente carcinógeno, teniendo un efecto sinérgico con el tabaco.
  8. Se recomienda introducir en la dieta alimentos con reconocidas propiedades anticáncer, como son:las setas, las algas, el tomate, la cebolla, el ajo, los cereales integrales, las legumbres, las verduras del grupo de las crucíferas (ya mencionadas anteriormente), nueces, almendras, avellanas, semillas de lino, aceite de oliva, la curcúma, jengibre, apio, comino, perejil, té verde , uva negra, manzana roja, granada, chirimoya, melón, frutos cítricos, fresas, arándanos, cerezas, ciruela negra…
  9. Se ha demostrado que la vida sedentaria está relacionada con el riesgo de desarrollar cáncer de mama. Las mujeres sedentarias presentan un mayor nivel de estrógenos e insulina y más grasa que las mujeres que practican ejercicio de manera regular, aumentando en un 70% la probabilidad de padecer dicha enfermedad.

Como conclusión diremos que las recomendaciones aquí expuestas, son pautas nutricionales sencillas y que junto a una serie de hábitos saludables, se han demostrado científicamente que pueden proteger la salud de la mama. Evidentemente la dieta no sustituye las recomendaciones médicas de hacerse revisiones periódicas, pero sí  que podemos decir que la nutrición es la forma más importante de prevenir el cáncer de mama.

Paula Lang

Dra. C. Químicas

Experta en Nutrición